Si la película nos parece novedosa hoy es porque los deseos de industria del cine chileno contemporáneo parecen indicar que la única forma de concebir una película es sufriendo y tratando de conseguir un piso de dinero imposible. Dinero que, por lo demás, tiene como objetivo que la película maquille nuestras verdaderas condiciones de producción. Por eso La corazonada, más que una invención, es una película que se inscribe en esa tradición lúdica de traducciones y carencias.













