Limpia: Deseo y educación sentimental
Dominga Sotomayor es capaz de hacer de un libro contemporáneo, reconocido y bien logrado, otro documento cultural. Logra organizar distintas de sus piezas a través de un punto de vista más cercano a su propio cine que no olvida ni a la Estela original, ni al perro, ni a Carlos, ni a Julia.
Tuve un profesor en la universidad que decía que a nosotros los cuicos nos gusta la cumbia porque nos crió la nana. Algo así como que nuestra educación sentimental vibra con la música cebolla, con la radio Pudahuel, con los teles con antenas improvisadas, y los cuidados y amor que nos han brindado otras mujeres, las trabajadoras domésticas, el reemplazo no reemplazo del amor de la madre.
Limpia de Dominga Sotomayor se inspira en la novela del mismo nombre de la escritora chilena Alia Trabucco. Coinciden en su personaje principal, Estela, en la pequeña Julia, y en Cristóbal y Mara, los padres de la niña. Coinciden de un modo no cronológico con los argumentos del libro. Coinciden porque desde un inicio aparece el cine de Sotomayor, los guiños a la coyuntura a través del miedo a la delincuencia, la música romántica, la élite y la educación sentimental de Julia.
Estela García es la trabajadora de casa particular de Mara y Cristóbal. Su tarea es limpiar una enorme casa de la clase alta santiaguina chilena y cuidar a Julia, la hija de los patrones. Estela es reservada, parca, algo estoica, en principio se ve distante con la pequeña coprotagonista de la historia, porque a diferencia de la Estela del libro, que se relata desde la distancia con la niña, desde la rabia, impotencia y desprecio a los patrones, la Estela de Sotomayor es un personaje que a la vista se muestra más deseante que su homónima. Pone límites al amor que podría sentir por la niña, pero no por eso no lo emana en sus gestos; y eso es porque Limpia de Dominga Sotomayor es más un filme sobre el amor de los niños a sus nanas, que sobre la ira contenida de Estela y su relación con la muerte.
Sotomayor conoce a la clase alta que retrata y a la distancia moral y social que parecen destellar sobre quienes les sirven. Por eso, la relación con Julia, que no está aún domesticada por el lugar que debe tener cada cual, es de amor. El lazo entre ambas va apareciendo en canciones que se reflejan en una pantalla de televisor antiguo, la niña las tararea y, cuando llega la fiesta de año nuevo, reconoce a Eres de la cantante Massiel como “su canción” y la bailan juntas, entre brillos y máscaras de cotillón, en la pieza de la nana y no en el jardín en el que los papás han desplegado una enorme fiesta. Solo se acuerdan de la niña después de las 12, cuando empiezan los abrazos y la echan de menos, y salen ambas a recibir los buenos deseos, y Estela asoma en medio de amigos de la familia que la abrazan con cariño y algo de cinismo.
Tanto Estela como Julia aparecen en la película de Sotomayor, aparecen como personajes con un deseo propio, Julia camina, no solo repta como le achacan en el libro y en algún pasaje del filme. Julia se ríe, hace preguntas que irritan a Estela, pero a veces no tanto, que la hacen reír también, que las hacen cómplices, que las hacen ser dos.
La piscina y el nado es central en Limpia. Rápidamente pasa por la cabeza Debajo, uno de los primeros cortos de la realizadora, pero esta vez debajo del agua, no de la cámara mirando una piscina. Julia debe aprender a nadar, y su padre se esmera en que así sea, para llegar preparada al lago al que irán en las vacaciones. Estela la acompaña y hace lo suyo, mientras sale a mirar con un dejo de angustia cuando el padre la lanza una y otra vez al agua, y Julia aletea desesperada y sin aire. Se preocupa y luego desarrolla una técnica propia: aprender a respirar en el agua del lavaplatos, un lugar más cercano para su tarea diaria, pero a la vez más amoroso, más controlado. El interés por los jóvenes y los niños de Dominga Sotomayor se ve una vez más expresado en Limpia, y las escenas en moto de la niña junto a Estela y Carlos, tienen un dejo a su Tarde para morir joven (2018), por ejemplo.
La Estela del filme es un personaje deseante, y esto se expresa en su relación con Carlos, el bombero de la bencinera. La relación sexual entre ambos no es casual, ella se preocupa de observarlo desnudo en la ducha y pone de su parte para que el deseo surja entre ambos. La Estela de Sotomayor existe en planos abiertos, en paseos de día libre, en complicidad con Carlos y en confianza para acoger al perro callejero que los persigue a ambos. El bombero y su moto no son el toque de amor que necesita Limpia para circular en la plataforma Netflix, es intimidad y el lado de Estela que afirma “no estar sola” cuando su madre desde Chiloé lo afirma, o cuando Julia le pregunta “si está pololeando”. En la Limpia de Trabucco, Estela es autorreflexiva, aunque le hable a un público que circula entre un tribunal, un policía o un chismoso.

Dominga Sotomayor es capaz de hacer de un libro contemporáneo, reconocido y bien logrado, otro documento cultural. Logra organizar distintas de sus piezas a través de un punto de vista más cercano a su propio cine que no olvida ni a la Estela original, ni al perro, ni a Carlos, ni a Julia. Tampoco a los patrones o a la madre en Chiloé, pero sus personajes tienen vida y deseos propios, se adaptan al cine y un lenguaje que debe poner a la vista a través de la imagen lo que el texto hace a través de la letra, y lo logra de manera sustantiva.
Julia, el perro Dadú, Carlos y el Chiloé de su madre logran ser un universo posible para Estela, a pesar del tironeo que los patrones tienen sobre la vida de una nana. Pueden echarla, pueden integrarla, hacerla olvidar sus vacaciones, pero ella no se pierde en esa familiaridad mezquina, pues puede resistir gracias a la mirada de Sotomayor, a través del amor clandestino, en el sexo deseado, y en las canciones cebollas que le enseña a Julia, que seducen a varios más de los que la relación patrón y empleada quisieran. Limpia de Dominga Sotomayor pasa la prueba de llevar una novela al cine, aunque las comparaciones nunca dejarán de existir. Pasa la prueba porque se arriesga a construir una Estela propia, que hace del argumento original un pretexto para inventar una mujer nueva y más parecida al universo conocido de la directora.
Basada en la obra de Alia Trabucco Directora: Dominga Sotomayor Productores: Juan de Dios Larraín, Pablo Larraín, Rocío Jadue Producción: Fabula Guión: Gabriela Larralde y Dominga Sotomayor Elenco: María Paz Grandjean, Rosa Puga Vittini, Ignacia Baeza Hidalgo, Benjamín Westfall y Rodrigo Palacios Fotografía: Bárbara Alvarez Edición: Federico Rotstein Diseño de Arte: Agostina de Francesco Sonido: Leandro de Loredo y Nahuel Palenque Música: Carlos Cabezas Duración: 97’ Año de producción: 2025

                        